viernes, 26 de junio de 2015

Trayectoria del esperma.

En el momento del coito, una gran cantidad de espermatozoides, alrededor de 250 millones, saldrán del epidídimo y atravesarán los conductos deferentes y la uretra, donde se recubrirán de los fluídos liberados por las vesículas seminales y la próstata. Estos fluídos formarán el semen y harán más fácil la entrada de los espermatozoides a la vagina. De la uretra saldrán disparados a través del pene, hasta el aparato reproductor femenino.
Una vez los espermatozoides han salido del hombre y entran en la vagina se encuentran ante una gran cantidad de obstáculos. El camino hasta las trompas de Falopio, donde se encuentra el óvulo, es de entre 15 y 18 cm y el tiempo va en contra ya que el óvulo tiene una vida media de 24 horas desde que es ovulado y los espermatozoides tienen una supervivencia de entre 2 y 5 días en el aparato reproductor femenino.
A partir de aquí, empieza una carrera no solo de velocidad sino también deresistencia. Los espermatozoides defectuosos y/o con mala movilidad quedarán en el camino. La primera barrera con la que se topan es el pH ácido de la vagina que muchos espermatozoides no superan. Por otra parte, nos encontramos con la acción inmunológica de la mujer: sus glóbulos blancos detectarán los espermatozoides como células poco amigas e intentarán destruirlos.
Pero no todo son dificultades. El óvulo intenta allanar el camino a los espermatozoides liberando moléculas y mandando señales de temperatura. Las trompas de Falopio y el útero ejercen una fuerza de succión por medio de contracciones rítmicas y el moco cervical se vuelve menos denso permitiendo a los espermatozoides que naden mejor. Por su parte, el líquido seminal neutraliza el pH, ofrece azúcares al espermatozoide y le sirve de escudo protector antes los glóbulos blancos.
Superada la barrera uterina, a la cual solo llegan unos miles de los 250 millones que salieron del aparato genital masculino, nos encontramos con la zona más estrecha del camino, la unión uterotubárica.
A lo largo de todo el recorrido, los espermatozoides más fuertes adquieren una habilidad extraordinaria: su cola se mueva con mucha más fuerza y vigorosidad; se hiperactiva. También han aprendido la importante habilidad de atravesar las barreras de protección del óvulo. Una vez llegan a las trompas de Falopio, muchos espermatozoides se quedan adheridos a las pareces, agotados y sin capacidad de seguir el recorrido.
En este punto quedan muy pocos espermatozoides, un decena aproximadamente. Atentos a la mirada del óvulo e intentando atravesar la gruesa barrera de entrada: la zona pelúcida. De repente, un espermatozoide comienza la llamada reacción acrosómica. Consiste en la liberación del contenido del acrosoma situado en la parte superior de la cabeza espermática. Se trata de unas enzimas que debilitan y facilitan la cruzada de la zona pelúcida. Por su parte, el ovocito, a partir de esta momento, libera unos gránulos (gránulos corticales) que impiden que ningún otro espermatozoide pueda fecundarlo.
Ya tenemos al ganador; el espermatozoide que ha sido capaz de atravesar todas los obstáculos de este largo y complicado camino hasta el óvulo. Comienza entonces la formación del nuevo ser.


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